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Los territorios que hoy comprenden los países de Ecuador, Perú y Bolivia, formaban parte de lo que se denominó el Virreinato del Perú, creado en 1542, diez años después de la conquista del Imperio Inca por parte de Francisco Pizarro. La capital del virreinato y de la futura República del Perú se estableció en la Ciudad de los Reyes (Lima), fundada en 1535 por los conquistadores españoles. El Virreinato del Perú era, junto con el virreinato de la Nueva España (hoy México), la circunscripción territorial más importante de los territorios españoles en las Indias, siendo durante los siglos XVI y XVII el centro de atención de la política española en América, principalmente por el descubrimiento de las minas de plata de Potosí y de mercurio en Huancavelica.

El virreinato del Perú estaba dividido en varias circunscripciones y contaba, en una primera época, con cinco audiencias (Lima, Charcas, Cuzco, Quito y Santafé) y dos capitanías (Venezuela y Chile). De esta forma, la audiencia de Quito cubría aproximadamente los territorios que hoy corresponden a Ecuador; las de Lima y Cuzco al Perú; y la Audiencia de Charcas a Bolivia.

Durante el siglo XVIII, las reformas ilustradas seccionaron el virreinato del Perú en tres: Virreinato de la Nueva Granada (1717 y 1739), que comprendía a los actuales territorios de Venezuela, Colombia y Panamá; Virreinato del Rio de la Plata (1776), que comprendía los actuales territorios de Chile, Argentina y Bolivia, y Virreinato del Perú que fundamentalmente ocupaba los actuales territorios del Perú y Ecuador.

Desde finales del siglo XVII y hasta el momento de la independencia, el centro político económico y demográfico del gobierno español se trasladó a Nueva España pero, a pesar del fraccionamiento del antiguo virreinato del Perú, estos territorios fueron siempre objeto de atención prioritaria por parte de la Corona española, que encontró en ellos los más firmes apoyos durante el proceso de independencia.